África: una percepción

Por David Lara González

La palabra África es de origen desconocido. Sin que haya una raíz única para la misma, se atribuye a sociedades que habitaron en diferentes espacios desde tiempos remotos. Por lo general, cuando las personas escuchan o ven escritas las letras que la conforman, llegan a su mente imágenes de un continente sumergido en la pobreza con niños de color muriendo de hambre; de igual manera evocan guerras y enfermedades causantes de millones de muertes. En el mejor de los casos, la gente piensa en catástrofes naturales o, a últimas fechas, en lo exótico que encontrará en el mundial de futbol Sudáfrica 2010.

El deseo de indagar conllevaría a preguntar cuál es la razón de estas ideas, en tanto que una respuesta aproximada apuntaría a que, en el transcurso de la Historia y de manera inconsciente o intencionada, África ha sido un continente olvidado a pesar de ser gigantesco y de poseer un pasado colosal. Mitos en los que se afirma que es una parte del mundo sin historia, que es la historia de múltiples penetraciones extranjeras, que los africanos han sido inmutables al trote del tiempo o que son una mala reproducción tropical de civilizaciones más “desarrolladas”, han logrado eliminar las contribuciones que los africanos han hecho a la humanidad.

Y si las herencias son muy poco conocidas o mal conocidas, no resulta extraño un rostro que sólo sea noticia cuando se trata de vender. Efectivamente, el África de hoy es el África de sus problemas: un engranaje de Estados cuyas fronteras encierran dinámicas derivadas de ambiciones e intereses internos y externos. Sin embargo, paralela a ella corre una evolución que al referir a tradiciones, formas de vida y visiones de ser y estar en el mundo, merece ser explorada por los estudiosos de cualquier disciplina.

Por consiguiente, el reto consiste en indagar sobre lo que no se muestra, pues sólo reflexionando se encontrará al África potencial: ésa que paciente espera a emerger para develar sus misterios, ésa que tiene a los pueblos como actores primordiales de su pasado y de su devenir, de la cual hay mucho por enseñar y más por aprender.

Cuando llegue ese día se asimilará que lo lejano está más cerca de lo que se sospecha y que África se puede encontrar dando la vuelta de la esquina.